viernes, 8 de mayo de 2009

El mar

El reflejo de la luna se muestra como el único sustento de una mirada perdida en el horizonte. El mar ante sus pies, sus dedos juguetean en un vaivén melancólico con las oscuras y frías aguas. Una sonrisa de infinita satisfacción se dibuja en los labios del cansado caballero. Una lágrima asoma entre los oscuros y anillados vellos de su barba, una lágrima que se apresura a reunirse con el mar de sal que ansioso rompe contra unas heridas rodillas. Saladas lágrimas que mueren en saladas aguas nunca antes vistas.

El mar…todos los caminos conducen al mar. El mar como principio y fin, el mar como guía, su olor como alimento. Mucho escuchó hablar el caballero en su largo peregrinar. Historias de dioses que lo habitan, de batallas navales, de cantos de sirena y tumba de valientes pescadores. Mucho escuchó hablar de lo que encierra, pero nada de su infinita belleza.

El destino quiso que la noche fuera marco del día del encuentro. La luz de un lejano faro, la blanca vela de un barco cercano, la plata luz de la luna cortando en dos un mar de contrastes.

El cansancio lo hace caer en un profundo sueño sobre la fina y blanca arena de una playa, un sueño que lo lleva a un pasado en el que sabe reconocer el rostro de un joven que desde muy pequeño ya buscaba en el horizonte, buscaba y solo encontraba tierras áridas y apuntados montes. Un joven que amoldó el viejo sombrero de su padre para transformarlo en el sombrero de un vil pirata, que arranco trozos de madera para crear pequeños e inútiles catalejos, que afiló verdes ramas para empuñar las más delicadas espadas. Sueños de un joven que hoy ya no es tal, que descansa a orillas de un sueño teñido de canas y marchitado por el largo viaje.

Su mayor anhelo era cumplido, sueños de un infante…el mar como pasión única y primera…sin antes conocerlo quiso hallarlo, una vez conocido jamás querrá olvidarlo.




Dicen que quien ha nacido en cuna bañada por mar, en la lejanía lo siente como una pérdida más, como su casa, como su lecho, como sustento. Será porque todos los sueños se lanzan desde la orilla de los mares hasta el horizonte de los mismos, será porque los primeros besos tienen como marco el rojizo cuerpo de la aurora sobre la bandeja azul del océano.

1 comentario:

  1. El mar, elemento recurrente en mi vida. Como isleño siento una fuerte atracción a su presencia. Junto a él he experimentado con mayor intensidad todas las emociones posibles, y su lejanía me provoca desasosiego.

    Mi mar es el que todo lo abraza y como bien relatas, principio y fin de todo lo conocido.

    Excelentes palabras y extraordinarios pensamientos.

    De la mano de Aretusa, entro en este tu territorio, con tu permiso para quedarme.

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