domingo, 17 de mayo de 2009

La huella

Grandes pasos aquellos que sigue el viejo caballero, grandes huellas las marcadas en el camino que desde hace un tiempo le sirven de guía. Una vez más baja del lomo izquierdo de su blanco corcel, y una vez más compara el tamaño de sus botas ajadas con aquella huella, aun sigue siendo mayor. Una vez más buscará los ojos de su compañero y susurrará “se que aún queda camino, seguir creciendo debo, seguir sus pasos deseo”.

A paso lento baña con su mirada las tierras que ante él se muestran, como una bella dama tendida bajo el justiciero Sol del Sur, observa como viejas montañas marcan el lugar donde aquellas marcas le llevan.

Sigue el rumbo de lo desconocido, sin más literatura que las sagradas escrituras grabadas en el azul cielo, muchas veces quiso entender a que se debía tal afán de alcanzar lo que tanto anhela, pero siempre encontró el fin a sus dudas en los ojos de aquel que ya lo había conocido, que ya disfrutaba de su celestial presencia.



“La huella del destino, el camino de la sapiencia, la tortura de los tropiezos y la meta última de la grandeza que otorga el dejar una huella, la marca del que pasó, lo amargo de perderse en el olvido”

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