viernes, 29 de mayo de 2009

Entre las brumas de la inconcia...

“Caballero sin más corcel que una vieja escoba, comandante de una legión de tontos, tripulante de un barco sin rumbo, pasajero de un vuelo sin destino, bufón pasajero para sus damiselas, soñador empedernido, realista en un mundo absurdo, loco por aparentar ser razonable, inconformista pero cobarde…”




Rostro serio y mirada perdida, siente que su razón se escapa como el humo que consume las ramas que, con sus torpes manos y la inestimable ayuda de una cerilla, prendió una noche fría de invierno. Mientras observa el rojo fuego conversa, utilizando un casi imperceptible hilo de voz, con un compañero que no se encuentra, que no responde…observa a su alrededor y sonríe mientras menea su cabeza y se pregunta “¿será por ello que me llaman loco?”…

Noche estrellada y una suave brisa que envuelve con su fría capa una arboleda que no acertaría a ubicar, lugares remotos donde un pobre tonto dibuja, con una pequeña rama sobre la fina arena que descansa bajo sus pies, la imaginaria ruta que pretende cubrir…la solitaria morada que pretende asaltar. Morada que guarda el suave y embriagador aroma de su “Dulcinea”, el sedoso y dorado cabello de su “Rapunzel”, el esbelto y poderoso cuerpo de su “Julieta”, el dulce y delicado rostro de su “Calíope”…

Pasea perdido golpeando todo lo que encuentra a su paso y se enfrenta a su propia sombra con un bastón que hace las veces de espada, viste delicadas telas, un oscuro traje y calza un solo zapato…asustado recuerda que ha de volver, “se pueden preocupar…¿pero quien?, ¿quién preguntará por mi?, ¿quién me echará de menos?”…su mirada encendida se desvanece para dejar paso a una lágrima que asoma amenazante en el precipicio que forman sus enrojecidos parpados, “volver, he de volver”…busca un cigarro en sus sucios pantalones, en su nerviosa búsqueda algo cae de su bolsillo, unas llaves, su coche…busca a su alrededor nervioso, no recuerda donde dejó su coche cuando, aquella mañana, llegó a aquel lugar perdido para entregar su alma al bosque huyendo de la sinrazón que estaba devorando sus rutinarios días…

Camina perdido, mira hacia un lado, hacia otro como la fiera que busca a su presa procura no hacer ruido, teme que cualquier imprudencia haga escapar su preciado billete de vuelta. Allá a lo lejos una luz alumbra la corteza de un viejo tronco de roble, una pista que lo lleva hacia las puertas abiertas de su flamante Mercedes, dentro aguarda un pequeño pájaro que limpia las migas del bocadillo que intento comer en el camino. Cortésmente invita al animalito a abandonar su asiento, no sin antes agradecerle que guardara fielmente su carruaje.

Una vez sentado y tras cerrar la puerta de su ahora sucio coche, observa sus enrojecidos ojos en el retrovisor y saluda con un pequeño guiño que lo hace esbozar una burlona sonrisa. Todo ha acabado, no hay mas viajes ni aventuras que la vuelta a la cruel y aburrida realidad, enciende el motor de su coche, conecta la radio y observa antes de ponerse en marcha, ya con la voz de un tenor como banda sonora del instante, una carta abierta en el asiento del copiloto…la carta que lo hizo escapar, las palabras que lo hicieron huir…una carta que finalizaba con una frase que volvió a leer antes de marchar…“Nunca quise hacerte daño, siempre podrás contar conmigo”…






“Locura de un cuerdo que quiso ser loco, que un triste día decidió que el rumbo a marcar se lo regalaría la marea, una brújula que apunta su afilada manija hacia el sur…al sur del sur…"

1 comentario:

  1. Tus letras son capaces de hacer acompañar a ese personaje a ayudarle a buscar su coche, a tenderle una mano amiga, y a invitarlo "un café y una tostada"... que nos cuente su historia de amor, que nos cuente que hizo que su Dulcinea le dejara esa nota... Que bonito puede ser el amor... pero que daño te hace en ocasiones...

    Espero, el siguiente capitulo impaciente, gracias por tus letras...

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